La Fibrodisplasia Osificante Progresiva (FOP), miositis osificante o enfermedad de Munchmeyer es una enfermedad genética que hace que se forme hueso en los músculos, tendones, ligamentos y otros tejidos blandos. Se desarrollan puentes de hueso extra en las articulaciones, restringiendo así el movimiento de forma progresiva.
Si bien FOP es hereditaria la gran mayoría de los casos sucede por una mutación espontánea.
Se trata de una enfermedad muy poco frecuente (también llamada enfermedad rara o ultra-rara) que, a escala mundial, afecta a una persona de cada dos millones, con un total de 2.500 personas en todo el mundo. En España se estima que hay alrededor de 25 personas diagnósticadas de FOP, pero se desconoce el número real de personas afectadas por FOP.
Los primeros casos que fueron documentados datan de los siglos XVII y XVIII. En 1692, el médico francés Guy Patin conoció a un paciente con FOP y en sus escritos menciona el encuentro. En 1740, el médico británico John Freke de Londres, describió intensamente a la Sociedad Real de Médicos su encuentro con un adolescente cuyo diagnóstico incluía inflamaciones alrededor de su torso.
El primer signo importante que además sirve para sospechar la enfermedad es la malformación de los dedos gordos del pie, que por lo general son más cortos y curvados hacia el interior, es decir, hacia el resto de los dedos. La mayoría de los afectados de FOP nacen con esta malformación.
Por lo general, los primeros signos de FOP aparecen en las 2 primeras décadas de la vida, y se inicia con un nódulo, o hinchazón o bulto de aspecto enrojecido, en ocasiones doloroso y sensible al tacto; normalmente en las áreas de los hombros y la espalda y en ocasiones en el cuero cabelludo o en la cabeza. Finalmente, la inflamación desaparece, pero deja como resultado un nuevo hueso maduro. La cantidad de formación de huesos es diferente en cada persona con FOP. Para algunas, el avance es más lento o gradual y en otras puede ser más rápido.